Nota al Dr. Armando Kremer por la presentación de su libro “LA MEDICINA DESDE LA MIRADA DEL CLÍNICO”.

Entrevista Dr. Armando Kremer (*)

- Nacido en CABA en 1939
- Egresado de la UBA en 1961
- Médico clínico, residencia en el Instituto de Investigaciones Médicas
- Instructor de Residentes en el Hospital de San Isidro hasta 1974
- Jefe de Servicio de Clínica Médica, Hospital Regional de Neuquén 1974-1994
- Profesor de la Universidad Nacional del Comahue (1986-2011)
- Profesor libre de la Universidad Nacional de La Plata (1999-2009)
- Ex presidente de la Sociedad Argentina de Medicina
- Director de proyectos de investigación CONICET y UNV (1986-1991)

Entrevistadora:

Dra. Jorgelina Presta


 

 

 

 

 

 

Notas y entrevistas.

– ¿Cómo puedes definir el escepticismo?

– El escepticismo no es el afán de dudar de todo o de negarlo todo, sino un buen método para defender algunas cosas valiosas, como son la información contrastada y la opinión razonada. Yo diría que es un planteamiento táctico para no dar por buena una información o una opinión antes de pensarla con un poco de atención. Obviamente, no podemos cuestionarnos todo por sistema, entre otras cosas porque carecemos de la energía mental y el tiempo necesarios, pero el escepticismo es una buena herramienta para aprender a pensar por uno mismo y defendernos de las informaciones infundadas y las opiniones interesadas.

– ¿Cómo surgió el término Escepticemia que ha dado título al libro?

– Tomé prestado el nombre de Escepticemia de Petre Skrabánek, un médico y escritor checo que había muerto en 1994. Había leído su libro “Sofismas y desatinos en medicina” y admiraba de él su capacidad de identificar falacias y sesgos en la información médica. Elegí este nombre para mi blog porque me parecía que etiquetaba muy bien el tono y el talante que quería darle a mis textos, y a la vez podía ser un buen acicate para desarrollar una cierta dosis de escepticismo. Y digo una cierta dosis porque creo que el escepticismo es una cuestión de medida. Conviene tener un nivel moderadamente elevado, pero tampoco demasiado alto para evitar caer en el solipsismo y pensar que no podemos conocer nada.

– ¿Qué objetivos persigue el libro y a qué público está dirigido?

– Este libro recoge 99 artículos de los más 600 publicados en mi blog Escepticemia desde 1999. Se dirige a un público no necesariamente médico, pues está escrito con un lenguaje periodístico que pretende ser claro y accesible. En el libro, además, se habla de muchos asuntos, desde los estilos de vida a la bioestadística, desde el arte a la neurociencia… Los artículos están agrupados en 10 capítulos sobre temas en apariencia distintos, pero conectados por el nexo común de la salud y la información, dos de los grandes dioses paganos de nuestro tiempo. El lector puede acercarse a él como si se tratara de un periódico, leyendo aquellos asuntos que le interesen más. Para los lectores interesados, les diré que pueden solicitar o descargarse gratuitamente el libro en PDF en la web de la Fundación Dr. Antonio Esteve (http://www.esteve.org/cuaderno-escepticemia/).

– ¿Qué lugar debería ocupar el escepticismo en la enseñanza de las Ciencias Médicas en Universidades?

– Para un periodista está claro que el escepticismo ante la información es una obligación profesional. Pero yo diría que, en buena medida, también lo es para un médico, obligado como está a sacar conclusiones de montañas de estudios científicos y a la vez de informar y aconsejar a sus pacientes, evitando transmitir esperanzas infundas y miedos innecesarios. Para ello y, además, para saber lidiar con la incertidumbre y para no endiosar a la ciencia, es necesario recibir una cierta formación escéptica. Decía Víctor Hugo que “la ciencia tiene la primera palabra sobre todo y la última sobre nada”. Yo creo que este es un buen enfoque para poner a la biomedicina en su justo sitio y dejar claro que la ciencia es ajena al mundo de los valores, tan importantes para las personas. Porque la medicina no es una ciencia, sino una praxis basada en pruebas científicas, siempre provisionales, y en el reconocimiento de la condición humana del paciente, con el objetivo de aliviar su sufrimiento.

– ¿Cómo crees que los profesionales podemos lograr la dosis justa de escepticismo?

– Con un cierto esfuerzo y dedicación, sin duda. Porque pensar, sobre todo pensar por uno mismo, cansa. Pero vale la pena, porque es la mejor forma de ejercer una profesión como la medicina, que exige un enorme esfuerzo de actualización profesional y a la vez estar continuamente alerta para no hacer daño a los pacientes y ofrecerles las mejores opciones. Yo diría que el escepticismo en medicina debe empezar por uno mismo, cuestionándose las propias opiniones, sobre todo cuando no son opiniones meditadas y contrastadas. En medicina, está claro que siempre hay que partir de las mejores pruebas científicas disponibles. Pero las creencias que tenga un médico o un investigador –e incluso los hábitos–, pueden influir en sus opiniones. No es indiferente, por ejemplo, que quien investiga sobre el alcohol o quien trata a un paciente alcohólico sea o no abstemio.

– ¿Qué mensajes te gustaría dejar a los visitantes de esta página?

– Quizá una idea importante es que hay que diferenciar las opiniones intuitivas de las opiniones razonadas. El estado natural de nuestra mente es que tengamos sensaciones y opiniones intuitivas sobre casi todas las cosas que nos ponen delante. Tenemos una especie de escopeta mental, como dice Daniel Kahneman, que dispara continuamente y sin esfuerzo opiniones intuitivas, incluso sobre cosas de las que no tenemos ni idea. Pero para ejercer la medicina, o simplemente para opinión o criterio sobre cualquier asunto, es necesario desarrollar el hábito de pensar con calma y atención.

 

 

 

 

 

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